martes, junio 21, 2005

Starry starry night

Chico me invito a cenar, mientras me contaba sus planes para hacerse la America.

Y yo no estoy en posicion de hacerme el dificil y rehusar invitaciones a cenar. Despues cuando vayas a Chile te lo devuelvo, le dije.

Asi que cenamos en el restoran cuico del pueblo, el especial del dia: con vino italiano, y aperitivo, rissotto y tacchini (que me resulta que es pavo) y verduras tostadas.
Y un cafe expreso al final, obviamente.

O sea, que mas bienvenido se puede sentir uno en el pueblo de tu bisabuelo.

Filo que el pariente haya resultado ser un vejete machista gruñon.

Chico me dijo que si queria dormir bajo las estrellas lo mejor era que fuese a esta cancha de futbol junto a una vieja iglesia.

Yo queria dormir bajo las estrellas como hace milenios lo hicieron mis antepasados piamonteses que huian de la glaciacion.

Y tras una ultima birra, agarre mis cosas y me fui a acampar.

Pero yo la carpa la deje en Florencia, para disminuir peso de la mochila.

A las 11 de la noche fueron los mosquitos.
A las 11 y media fue el chorrito de la fuente que me hizo maldecir toda el agua diuretica que tome en la tarde.
A las 12 de la noche fueron las campanadas, que se repiten 5 minutos despues y luego cada media hora.
A la una se me ocurrio que tal vez hubiese un cementerio cerca.
A las 13:20 fue un gato.
A las 13:29 me dije Barro, no seas estupido y deja de mirar la hora.
A las 2 de la mañana se largo a llover.

Estuve una hora con el impermeable sentado en un banco tratando de cubrir mis pertenencias.
A las 3 la lluvia cesò.

Entre cuatro y cuatro y media dormi un poco.
A las cinco me levante y me fui al cerro caminando.

He tenido noches mejores.

1 Comments:

At 24 junio, 2005 13:26, Anonymous Anónimo said...

Me acabo de dar cuenta tu viaje tiene varias semejanzas con ese que yo hice por el interior de Japón... una noche, en una ciudad que ya ni me acuerdo cómo se llama, decidí que iba a dormir en la vía pública, básicamente, porque podía hacerlo y así ahorraba plata.
Está claro que nadie hubiera tomado ninguna de mis pertenencias, alineadas a una distancia prudente de mi saco, pero lo cierto es que no dormí casi nada, y lo que dormí, lo dormí pésimo.
Entre otras cosas, los mosquitos y la lluvia.

 

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